lunes, 28 de abril de 2008

¡EXISTEN!, Un relato picante

Lo que os voy a contar a continuación os puede sonar muy típico. Yo creía que este tipo de especimenes no existían. De verdad, siempre he creído que era una leyenda urbana como… -“Si reproduces a la inversa el “aserejé”, te sale un mensaje extraterrestre que invita a la humanidad a extinguirse ordenadamente, respirando a través de un calcetín sucio”- o que un hombre ha sido devorado por una papelera cuando intentaba recuperar una pegatina del bollicao que se hallaba en el fondo de esta, o que una persona ha sido multada por recoger a la autopista fantasma que se hallaba en la curva de la nacional siete, o que dentro de una hamburguesa del Mac Ronald han encontrado la oreja del dependiente… ¡Y sin pasar por la plancha que es lo peor!.

En definitivas cuentas, que no creía que las picantes vecinitas de enfrente fueran tan reales como yo y como usted. Pues es cierto amigo… ¡EXISTEN!

Todavía me acuerdo el día que apareció aquel ser salido de alguna fantasía pubertosa, yo andaba grabando unas cintas para unas chicas del medio audiovisual, que suspiraban por mis huesitos. Pobres chicas sufrían por el bello doncel, con sus viriles entradas, sus gafitas que le daban un aire sutil e intelectual, para que decir mas… ¡Sufrían por el tío macizo y se acabó! (mis fans saben de lo que les hablo)

La piba apareció de repente por su ventana, que servía de marco de tan impresionante lienzo, su desnuda figura. No me suele pasar, soy un tipo de nervios de acero, pero aquel día no pude contenerme, rayé el disco, se me cayó la cinta, se esparció por el suelo, me enredé en ella, y tuve que volver a repetir toda la grabación.

Cuando se la llevé a las chicas, me preguntaron que si había grabado los audios con el microondas, que no entendían una mierda de lo que les había llevado y que volviera a grabarla. Por razones obvias, omití el motivo y me excusé diciéndoles que había intentado hacer un producto de vanguardia, adelantándome algunos fines de semana a mi tiempo. La excusa no les coló y tuve que volver a repetir la operación, para ello, cerré la ventana de mi cuarto, por si la chica decidía hacer otra pasarela. Me costó muchísimo trabajo bajar la ventana, había algo de mi que no quería hacerlo, peor al final venció mi condición profesional y a regañadientes, con prisa de no perderme el próximo pase, grabé la banda sonora del futuro cortometraje. Por aquel tiempo yo soñaba con recibir un oscar con un cortometraje filmando con un “cine-exin”, usando el “star sistem”, contratando actores de la talla de mi prima (esteticién) y de mi cuñao que trabaja en el cine como taquillero, para luego montar el material en un spectrum de 28 k.


Total que abrí la persiana de golpe, y por poco me da un “chock” en la entrepierna. La tía no solo se conformaba con enseñar su propio cuerpo, si no el de una amigas mas que se habían unido a la fiesta. En esos momentos quedé en estado cataléctico. No sé cuanto tiempo estuve, pero me quedé un buen rato colgado de la cinta de la persiana como un mono a una liana.
Las imágenes del racimo de tetillas colapsaron mi cerebro, cuando llegaron a mi base de datos. Mi circuito neuronal saltó por los aires y mi sistema nervioso se convirtió en un simple proyecto. De mientras. La adrenalina me salía por los poros de mi piel en forma de chorrritos, solo me faltaban dar vueltas sobre mí para parecer un periquito que riega el césped.


Esto es increíble, las tías lo sabían, sabían que tenían un hombre delante suyo, una de dos o creían que yo era una estatua de piedra (ya que me quedé como tal), o que era el típico y simpático vecino gay.

Nada mas lejos de la realidad, lo que no sabían es que habían topado con un galán verdadero, un tipo duro hecho así mismo, que sabe tomar la situación por las riendas y devolverles el acuse de recibo con la misma moneda.

Ya que durante largo tiempo, se burlaban con sus encantos tomándome por el típico vecino palillero. Así que harto de tanta tetilla, braguitas fugaces, encuentros en la escalera de risitas sospechosas y un porrón de cosas mas que estuvieron apunto de llevarme a un psicólogo (durante semanas mis padres no se explicaban el aumento del consumo de papel higiénico), decidí pasar a la acción.


Me dije -¿Estas pibas que se creen, que son las únicas que son capaces de poner cachondo al personal? ¡Yo también voy a usar mis encantos, les daré un poco de su propia medicina!.


El malvado galán reía trazando un plan, después de varias horas de tensión neuronal, se propuso… -Je je, je, je,je, como la tía está en la ventana de enfrente, yo podría también desnudarme, pero hay un inconveniente, ella puede enseñarme sus tetillas y sus braguitas, ya que mi ventana es mas alta que la suya. Pero mi torso tiene el mismo interés sexual que el bigote de María Teresa Campos. ¡Jajajajja! ¡Que genial idea, me pondré como mi vieja me echó al mundo pero con gafitas, me subiré en una banqueta, y haré como quien coloca una bombilla en frente de la ventana, enseñándole así mis acreditaciones, para que vean que conmigo no se juega. Las pibas al verme se derretirán como polos en una barbacoa, sus hormonas rugirán como fieras rabiosas, y los marcos de la puerta de sus casa saltarán en astillas, cuando resfriegen sus genitales enloquecidas por la lujuria, al ver tan excitante espectáculo-.


Pensado y hecho, desnudo y vestido solo con mis gafas de pasta, cogí una banqueta y una bombilla. Al entrar ví como correteaban empelotas las picaruelas mirándome con alevosía. Yo sabía lo que pensaban -¡Ja, ja ya está aquí este idiota, vamos a ponérsela tiesa hasta que se quede sin sangre en el cerebro! Pero no contaban con mi astuto plan.
Coloqué la banqueta y me subí, y como quien no quiere la cosa di un pequeño salto, y me dispuse a desarrollar la pantomima.

Menudas caras pusieron las pibas al ver mi miembro viril enmarcado por la ventana como si fuera un bodegón sexual compuesto por una berenjena y dos melocotones. Las pibas no sabían lo que hacer, seguro que si hubieran tenido un mando les hubiera gustado cambiar de canal, pero la emisión solo tenía un programa y había empezado “el show de mis cojones”. Alguna que otra se fue llorando y chillando, otras se quedaron balbuceando y la mayoría impresionadas por la visión del dios Apolo con hipermetropía, si señor había llegado la hora de mi venganza. Silbando con naturalidad y enroscando la supuesta bombilla, les dije -¿Que pasa vecinas?, aquí cambiando la bombilla. Todo dura cada vez menos. Fiaos me compré unos calzones esta mañana, los he lavao y han encogido tanto que se han desintegrado. ¡Oh que cosas, fifuffifififiiiii…!

Las pibas no sabía ni lo que decir, alguna ya había echado mano para llamar a la policía, pero yo seguía silbando alegremente colocando mi bombilla.

Pero el plan tenía un fallo, tenía que haber elegido mejor la banqueta, lo que no me esperaba es que una las patas se partieran con mi peso. No me lo creía, pero de repente me incliné hacia delante y caí de lleno sobre la mesa del escritorio, mientras silbaba por el aire. La ostia fue tremenda. No sé lo que pensaran ustedes, pero resetear el ordenador con la punta del miembro no es muy recomendable por los médicos. Peor suerte corrieron mis testículos que se desayuna-ron el ángulo de 45 grados que conforma el pico de mi escritorio.



El batacazo fue espantoso, del dolor que me entró no perdí el conocimiento, pero si hice un curioso viaje astral. Mi alma salió disparado de mi cuerpo, no solo ví estrellas, ví galaxias, sistemas solares, quasars y supernovas, incluso creo que estuve apunto de ser testigo del bing bang.

Allí estaba yo empelotas con el escritorio en ruinas, partido por la mitad rodeado de libros, con un cd besándome al culo. El ordenador destrozado por mi arma de destrucción masiva. Por cierto lo único que pensaba en aquel momento no era en mi salud, si no en llamar a Microsoft para decirle a Bill Gates, que su Windows Vista aguanta muy bien los virus, pero no un buen poyazo del usuario.


Total del golpe las chiquillas se descoñaron de risa, pero cuando vieron que yo no daba señales de vida se asustaron y fueron a llamar a mi casa, por si me había matado. Algo de cargo de conciencia si que les quedaba.


A esto que llega mi vieja con la compra, y le cuentan lo sucedido, total las pibas ya vestidas entran con el corazón en un puño en mi cuarto. Y mi vieja reconoce entonces, que en mi parto tal vez algo de oxigeno, si que me había faltado. La estampa es patética, un tío de 30 años medio inconsciente, con el culo en pompas, en medio de un cuarto en ruinas y un portátil nuevecito hecho un puzzle de mil piezas.


En fin, una aventura mas del galán verdadero. Las pibas al fin y al cabo tenían buen fondo, me levantaron con mi vieja, me pusieron algo de ropa para taparme lo que quedaba de mi aparato sexual. Las pibas me trajeron un vasito de agua, y mi vieja me trajo una crema anti-inflamatoria con una bolsa de hielo, para la parte de mi cuerpo que se llevó la peor parte.


Al final cuando me repuse, fui a disculparme con mis vecinas por lo sucedido, y darles las gracias por haberme socorrido. Menos mal que se han largado hace poco.

Espero que no divulguen mucho el episodio. Mi consejo final es -“Si en frente de vuestra ventana veis unas tetas, nunca se os ocurra pillar una banqueta!-. ¡Hasta el próximo episodio picaruelos!.

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