lunes, 28 de abril de 2008

ENCUENTROS EN LA TERCERA TASCA, UNA CENA ROMÁNTICA.

Si vais a invitar a una chica, lleváosla a un sitio en condiciones, en condiciones higiénicas aceptables. No es la primera vez que he invitado a una piba a una tasca, y he encontrado un ammonite incrustado en la grasa de la barra.


Lo peor de todo es cuando ella te dice – No puedo comerme el pulpo- y tu le dices -¿Que pasa eres alérgica al marisco?- Y ella responda- ¡No, es que he intentado pincharlo y me ha quitado el tenedor de las manos!-.


O peor aún, encontrarse un pelo en la sopa – ¡Que asco un pelo en mi sopa! y tu poniendo calma-Tranquila cariño, es solo un corto e inocente pelo, espera que te lo quito- Y tu de buena fe empiezas a enrollar el pelo con tu cucharilla y te pegas media hora liándolo, hasta que te duele la muñeca, ya empiezas a decir -A ver si va a ser una broma de la tía esta, y debajo de la mesa hay una madeja de hilo- Total cuando ya por fin lo tienes bien enrollado, el sudor te corre por la frente del esfuerzo. Le dices al camarero -Oiga por favor, a la señorita le ha tocado un pelo largísimo como el cable telefónico que une Europa con Asia central- el camarero te dirá- ¡Pues ha tenido suerte, Al señor de al lado le ha tocado dentro de las albóndigas las barbas de Rasputin!-


Lo siguiente, tened cuidado con los espontáneos, en estos bares rondan unos seres de nariz inflamada, ojos inyectados en vino tinto y pantuflas a cuadros, que seguramente al ver a la hermosa chiquilla, diga -¡Dios mío que hace esa belleza con ese tío tan asqueroso! Después subiéndose el cordón de persiana que lleva por cinturón, decide haceros una visita e irrumpir en la maravillosa velada.

El sujeto cogiendo una papa frita del plato de la señorita, y comiéndosela con ruido dirá -Perdonen si les molesto- A lo que tu repetirás con sorna -No, no molesta, solamente nos hierve la bilis. ¿De postre que va tomar el señor, un heladito?-El ser tabernoso, no capta las ironías, ya que tiene un grado se alcohol en sangre que solo soportan los elefantes del África central.

Después del aperitivo el alegre amenizador, dejará de comer para clavar sus pupilas en el escote de tu futuro rollete. Al cabo de rato de tambaleos, tu empiezas a sospechar si el tipo no es un tentetieso. Durante un buen rato la destilería de alcohol ambulante, se dedica a mostrarnos sus habilidades coreográficas, dando tumbos de un lado para otro, pero increíblemente el tipo no da con las narices en el suelo. Harto de ya del Nacho Duato del vinagre, no te queda mas remedio que bromear -¡Cariño no te puedes quejar del sitio al que te traído, por el precio de la cena nos han traído a Michael Jackson representando la coreografía del video Smooth Criminal-.

Lo que pasa es que la cosa tiene un límite. El límite llega cuando de un resbalón mete el saco de pellejos rellenos de whisky, que tiene por cara, en la ensalada. No es por nada, pero no me gusta mezclar el alcohol con la comida.

Entonces es cuando un hombre debe de tomar las riendas del asunto. Tiene que coger un fósforo encendido y decirle -¡O te largas o te lo arrimo!.
El ser de las tabernas huye despavorido, ya que él sabe, que si se lo arrima podrías explotar como una gasolinera cuyos empleados celebran dentro la noche de San Juan, ya que el 75% de su cuerpo esta compuesto por orujo y el otro porcentaje restante, es una mezcla de diversos compuestos químicos desconocidos para la ciencia ortodoxa.


La velada prosigue, tú te disculpas por la escena representada, diciendo -Debe haberse metido otro dueño cuando, yo comía aquí con mi ex, hasta las cucarachas de la cocina eran de diseño-.

Otra cosa en este tipo de bares ni se os ocurra pedir postre, en este tipo de sitios no te toca una manzana dentro de un gusano, te tocaría una manzana dentro de un gusano. Tampoco se te ocurra pedir vinito de las tinajas gigantes esas que hay de fondo. Dentro de ellas solo diós y el cabrón del dueño sabrá lo que hay. Yo en mi caso no me pedí nada, no me vaya a tocar un ojo en vinagre del general francés asesinado en la época de napoleón, que anda flotando tan ricamente dentro del barril de vino dulce. Que ella se lo pide, dejadla, dejadla cada cual con su salud -Uuumh este vino es muy bueno tiene mucho fondillo- y tu pensando -¿No va a tener fondillo? ¡si tiene dentro sedimentos del cuaternario… ¡A ver si va a ser petróleo!-.


Bueno por fin llega la hora de pagar, os levantáis como si tal cosa. Y mientras pagas le preguntas al camarero, si el estampado de la paredes lo ha hecho el diseñador de las cuevas de Altamira. Aunque puede que la broma os salga por la culata si el camarero os contesta - La diseñó en sus tiempos un tal Cromagnon-.


Al final como no, la inevitable ida a los servicios, si ella quiere ir, tu amablemente le dices -¿Quieres que te acompañe con un machete por si te sale algún bicho? en estos sitios nunca se sabe-.


Pagas al camarero en su moneda, no se euros, pesetas, doblones… Si la chica tarda en salir, en estos casos ahí que apropiarse de un buen rifle y echarle narices. Pero si en el último momento ella sale, nos dejamos de ideas descabelladas y rezamos un padre nuestro por habernos salvados el pellejo, de no haber caído en las garras de alguna fiera.


Ya en la calle te cuenta que ha visto un bicho verde en los servicios, y que se le ha cortado el rollo, que la lleve a su casa corriendo. No me extraña que la chiquilla lleve la cara como el papel, me imagino que se habrá encontrado al maestro yoda y a sus colegas jugando un partida de dominó en lo alto del retrete.


Desde luego eso le baja la lívido a cualquiera, no se te ocurra darle un beso porque de los nervios tal vez te dé una buena ostia. Y de intentar meterle mano ni se te ocurra, porque después de la maravillosa velada que ha vivido, el apetito sexual se le ha ido de vacaciones a las bermudas.

Por último, por favor elegid bien el sitio os lo dice un tío con experiencias (sobre todo desastrosas).


Nota:
Si vais a una tasca de este tipo, fijaos que incrustado en la pared pintada con los primeros acrílicos introducidos por Velázquez, se encuentra una publicidad donde se halla Darwin tomándose un leñazo de un licor de cuyo nombre no quiero acordarme, dilucidando entre sorbo y sorbo la teoría de la evolución. Lo interesante de la publicidad es que es una reliquia.
No entiendo porque ese tipo de cosas se halla en el museo de la publicidad de Manhattan. Eso si, al señor Darwin no parece sentarle muy bien el licor, tiene la cara compungida como si se hubiera tomado un “chupito de matarratas”, al pobre hombre le balbucea una vena enorme en la frente, y agarra la copa con la mano agarrotada y los dedos torcidos. Mas bien de en vez de pensar en la teoría de la evolución de las especies, esta pensando como evolucionara la salud el fabricante del licor cuando le suelte una patada en el epicentro de los cojones.
¡Fijaos, fijaos! ya veréis como encontráis otra publicidad del Darwin ese.

No hay comentarios: